martes, 18 de marzo de 2014

Vamos a donde corren los caballos

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Usamos las tapitas de porrón
como ceniceros
cada uno apoya su espalda sobre la pared
la habitación es chica.
Entonces hay unos dedos
que se entrelazan con los míos
uno, dos segundos
después todo sigue igual
porque no me animo a levantar la cabeza
para verle los ojos.
En un rincón unas chicas
cantan la canción que suena de fondo.
Me sumerjo otra vez en ese viaje
que por momentos es rápido
vertiginoso
como las primeras veces
de todas las cosas
y por momentos es tan lento
que la mirada se me pierde
en un cuadro de un caballo marrón
que corre hacia donde yo quiero ir
ahora mismo
porque estamos todos del cartón.
La vida es un poco más real
cuando miro las caras de mis amigos.

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