jueves, 15 de mayo de 2014

Paradoja.

*


Paso una tarde leyendo
un libro que quise comprar muchas veces
pero lo dejaba relegado
porque veía algún otro que
me ponía la piel de gallina,
así como una pendeja de quince
que ve al chico que le gusta y que
no entiende lo que le pasa
en el pecho, en el cuerpo,
entre las piernas.

Paso una tarde en la plaza
la humedad, el aire pesado
los bancos de piedra fríos
mojados.
Fogwill y lo monstruito
un perro echado a unos metros
las botas que llevé
al zapatero
me puse contenta cuando sólo tuve que pagarle
sesenta pesos
porque me sobró lo suficiente
para comprar este libro.

(Hay que planear
extender los brazos,
aprovechar la energía generada
por el propio peso del cuerpo
como consecuencia de la fuerza de gravedad
entonces transformar esa energía
en movimiento,
las leyes de la aerodinámica
usar las corrientes de aire ascendentes
para movernos un poco más
sentir el viento,
dejar los pies muy quietos,
que los brazos crezcan
todo lo posible
y así llegar en algún momento
al suelo.)

Paso una tarde en la plaza leyendo a Fogwill
esperando no sé qué
esperando no sé a quién.
esperando a Fogwill muerto
(cilantro-Fogwill-cilantro)

Asociación ilícita libre
dijo mi amiga
la política, los caretas,
la pelota que pega en el palo y
CASSSSSI
pero no.

El agua y la transpiración,
agitada, la desesperación
el tabaco que me va a terminar
matando.

Un ciclista se muere en la costanera
al lado de un puesto de control de la salud
que puso la municipalidad.
Política y paradoja,
salud y un paro cardíaco
al lado de la carpita
llena de médicos recién recibidos.

La gente morbosa se para alrededor
para ver si respira o no,
terquedad, muchedumbre,
sangre, huesos rotos,
accidentes
lo mismo de siempre
no frenamos porque nos creemos distintos
no frenamos porque
somos iguales.





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